
Su padre le guía al bosque con los ojos vendados y lo deja solo. Él debe permanecer sentado en el gran tronco cortado toda la noche, y no quitarse la venda hasta que los primeros rayos del sol brillan a través de las hojas de los árboles.
No puede pedir ayuda a nadie, a pesar del frío de la noche, los ruidos extraños y susurros que las bestias claman a la luna. Una vez pasada la noche, ya será un auténtico hombre. Es una prueba de superación del miedo, del terror y de control sobre el hombre mismo y su naturaleza.
Cuando los pájaros comienzan a cantar y los suaves rayos del sol asoman entre el rocío del amanecer, él se desase de la venda. Es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él, al otro lado del tronco. Había pasado la noche en vela y protegiendo a su hijo de los peligros del bosque en la oscuridad.
Así, entendió que él nunca estará solo. Aunque no lo sepa, siempre habrá alguien velando por él y su seguridad, sentado al otro lado del tronco.
Porque cuando hay problemas, lo único que tenemos que hacer es CONFIAR.
Leyenda india.
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