Adicción.

No puedo controlarme, a pesar de las horas y días que hago de entrenamiento para ello.

Me dijeron -y siguen diciendo- que no es bueno lo que estoy haciendo, no es bueno tenerte como mi droga personal, mi marca de heroína. Que debería mantener el control, no engancharme tanto a ti, no buscarte por cualquier lugar que pase...

Intento no mirarte cuando te veo por la calle, a manos a cualquiera. Intento hacer desaparecer tu sabor de mi boca, el suave y caliente tacto que tenías con mis labios, y tu dulce olor que me encantaba tanto.

Sé que todo esto no es bueno... Pero te hecho de menos. Te extraño cada mañana, sobretodo los días fríos, en los que tú hacías que yo permaneciera totalmente despierta. Recuerdo tu calidez en mi boca, y cómo entraba dentro de mi, inundándome al completo y sintiendo ese cosquilleo en el estómago que me encantaba...

Aunque ya no me dejen estar junto a ti, debo reconocer que te busco, y lo peor es que te encuentro. Y todo vuelve como en un principio, siendo tú mi adicción y mi droga eterna. Nunca me había dejado llevar tan lejos, con tanta facilidad, posándome a pies de mis necesidades físicas y, estoy segura, ya psíquicas tan al completo.

Pero a pesar de lo que digan, a pesar de todo lo que haga para evitarte... Debo reconocer que te necesito.

Te quiero, mi querido café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario